|
|||||||||||||
|
Los ingleses son, seg煤n la leyenda, flem谩ticos. Investigando el car谩cter de los ingleses descubr铆 la raz贸n aparente de que no haya metro en la ciudad mexicana de Jalapa, donde viv铆 muchos a帽os, hace tiempo. Si hemos de buscar en un diccionario veremos que se dice que alguien que tiene o muestra un temperamento lento y est贸lido es flem谩tico. Si uno contin煤a la b煤squeda termina por recordar que flema es uno de los cuatro humores (precisamente el fr铆o y h煤medo causante de la torpeza) que mencionaban los fundadores de la fisiolog铆a, y confirma que flema es tambi茅n lo que todos conocemos como flema. Pero m谩s vale detener la pesquisa y cerrar el diccionario en este punto. Quiz谩 en defensa propia, el Webster incorpor贸 un significado adicional, el de fortaleza reposada o frialdad intr茅pida. Intr茅pido es alguien a quien no le tiemblan la mano ni la voz en situaciones extremas. Lo que he podido aprender de los ingleses es que son gente conversadora pero callada, trabajadora pero ociosa, fan谩tica pero reservada, fren茅tica pero sin prisa, y que a casi todos les encantan los chismes sobre la familia real y las vidas privadas de funcionarios p煤blicos y pol铆ticos, como le puede pasar a cualquiera. S茅 que son conversadores porque me ha tocado viajar en el segundo piso de un autob煤s junto a un par de se帽oras, y en el metro mezclado en la masa informe y tibia que va a la oficina en la ma帽ana: hablan y hablan, aunque si pueden fijan la vista en el peri贸dico y evitan todo contacto con el resto del mundo y recorren su trayecto en silencio. Los ingleses que conozco trabajan, trabajan, trabajan. Cuando salen de la oficina se van a sus casas con documentos o est谩n siempre esperando que los llamen a deshoras en caso de emergencia, y los fines de semana salen a sus jardines a cultivar la tierra o reparan lo que hay que reparar, o de plano buscan otro trabajo. Cuando descansan son fan谩ticos, sobre todo del fútbol, del rugby, del cricket, tal vez en ese orden. Se juntan en los bares a beber medias jarras de cerveza y a ver partido tras partido si no consiguieron boletos para ir al estadio. Si el juego es bueno, puede ser que alquilen autobuses para ir y regresar haciendo ruido por las calles del centro. Los ingleses son los 煤nicos que entienden las reglas y el prop贸sito del cricket... Pero son reservados. No son afectos a mostrar sus emociones en p煤blico. Uno sabe que alguien es mexicano porque se calienta y grita cuando se topa con los reacios hijos de la vieja Albi贸n, si bien es cierto que al cabo de poco tiempo hasta los mexicanos adoptan las mismas actitudes de sus anfitriones, y m谩s cierto es que los mexicanos que viven ac谩 no acostumbran gritar porque para eso tienen plata... Los ingleses son fren茅ticos, s铆, con ese grado del frenes铆 que apenas se percibe hormigueando bajo la piel del otro, y tienen peque帽as explosiones de ansiedad que someten de inmediato sin mover un m煤sculo de la cara o de cualquier otra parte. Tambi茅n les fascina ver en los peri贸dicos (tabloides porque su talla permite llevarlos en el metro atestado y pasar p谩ginas en un espacio m铆nimo) detalles de la m谩s reciente aventura de alguien m谩s descubierto y exhibido en actividades a que natura o menester le inclinan. Pero no todos son as铆. El Supremo es un ejemplo. El Supremo es un hombre alto, moreno, de bigotazo entrecano y ojos brillantes, que se para en una esquina de Leyton a ver qui茅n pasa por la calle y a musitar una sola palabra: supremac铆a. Es evidente que nos desprecia a todos los dem谩s. Como prefiere a una cajera del supermercado cercano, ha llegado hacer colas de media hora para pagar un chocolate a la muchacha que le gusta. Tambi茅n est谩 el se帽or de san Ignacio, que duerme en un quicio del centro de la ciudad, sobre un cart贸n, y antes de dormir se fuma una pipa con tabaco de colillas, y pone una imagen del de Loyola para que lo proteja mientras sue帽a... Y, por supuesto, est谩 Rafelito. Qui茅n sabe c贸mo se llama aqu铆. Si fuera mexicano se llamar铆a Rafelito. Lleva la correspondencia interna de una oficina, y se lo encuentra uno en cualquier elevador, cualquier pasillo, cualquier oficina, y en una mesa del comedor del edificio. Se come un par de tostadas con mantequilla y se toma un t茅 a las once de la ma帽ana todos los d铆as. Nunca lo he visto sonre铆r. Nunca lo he o铆do hablar. No logro imaginar qu茅 hace los domingos a las, digamos, tres de la tarde. Es verdad que lo mismo se podr铆a decir de los mexicanos y, si me apuran, de los jalape帽os, pero en Londres uno se encuentra con el ingl茅s que usa traje junto al ingl茅s punk de pelo azul y amarillo junto al ingl茅s de turbante junto al ingl茅s de pantalones vaqueros junto al ingl茅s de ropa sucia por el trabajo de la construcci贸n junto al ingl茅s que viene de la 贸pera con su mujer olorosa a loci贸n cara junto al ingl茅s del que no se sabe nada porque se tom贸 una de m谩s y va dormido en el metro. Y por eso en la ciudad mexicana de Jalapa no hay metro.
|
|
|||||||||||
| Arriba | |||||||||||||
|