Viaje a la tierra de uno
Ir de vacaciones a la ciudad donde uno nació es siempre un poco confuso.
Cuando yo vivía en Buenos Aires, esperaba religiosamente mis vacaciones para irme los más lejos posible. Mi ciudad representaba la rutina, el trabajo, las obligaciones y abandonarla era una obligación, un mandato.
Pero ahora, luego de vivir tanto tiempo afuera, cada vez que puedo regreso a sus calles que camino como un extraño, como un turista, como quien se encuentra con un viejo amor y no sabe si aún existen temas en común para reiniciar el diálogo.
Lo primero que hago al llegar es buscar a los amigos y familiares con los que he seguido en contacto a través de correos electrónicos, llamados telefónicos y cartas esporádicas, y organizar la agenda de encuentros.
Me convierto entonces en una suerte de médico que reparte turnos: a una ex compañera de colegio la veo un jueves a las 16:15, a un amigo de universidad el viernes a las 09:45, a un colega de trabajo el sábado a las 17:00.
En las primeras "visitas" a mi ciudad, la agenda estaba muy ocupada. Recuerdo haber tenido encuentros absurdos de 15 minutos en un café o media hora de caminata conjunta a la medianoche.
Yo sentía en mis primeras vacaciones "porteñas" la necesidad de ver a todos, conversar con todos y construir así la ilusión de que nunca me había ido, o mejor dicho, que había dejado esta ciudad pero mi lugar en ella seguía intacto, inalterado.
Con los años la cantidad de gente que aún nos recuerda -y aún recordamos- disminuye progresivamente. La agenda pierde nombres y números y los encuentros son menos vertiginosos, más selectivos.
Pero sea en cantidad o en calidad, la reunión urgente con nuestros afectos es fundamental, ya que ellos son nuestros testigos. Ellos pueden declarar -en caso de ser interrogados- que nosotros fuimos parte de esta ciudad, que la caminamos, la amamos y la sufrimos.
¿Por qué uno necesita de testigos, de testimonios, de fotografías, para probar la existencia de este pasado compartido? Porque con el tiempo la relación con nuestra ciudad se modifica de forma sutil, difusa, inexorable.
Lo primero que yo olvidé fue el nombre de algunas calles y la trayectoria de algunos autobuses. Recuerdo en Londres airadas discusiones con otros amigos argentinos sobre si la calle Rodríguez Peña venía después de la avenida Callao o si el bus 59 pasaba por Barrancas de Belgrano.
Después, comprobé con horror que no sólo yo me había alejado de Buenos Aires, sino que Buenos Aires se había alejado de mí, como dos duelistas que se dan la espalda y caminan paso a paso en dirección contraria.
Volví unas vacaciones y la línea de subterráneo D se había extendido más allá de mi imaginación, la plaza de mi infancia amaneció una mañana cercada por rejas y la calle donde yo vivía corre ahora en sentido opuesto.
Esta situación es particularmente terrible porque uno, vaya y pase, puede tratar de controlar los cambios que experimenta en su vida (o al menos llevar un registro pormenorizado de los mismos), pero nadie puede ejercer control sobre los cambios ajenos, menos si se trata de reformas urbanas aprobadas por una legislatura municipal.
El consuelo que a uno le queda es comportarse como un turista y visitar todos los lugares que antes, por falta de tiempo o de dinero no podía disfrutar (es curioso pero yo he comprobado, gracias a las libras esterlinas que paga la ˿, que para acceder a ciertos lugares de mi ciudad debo, necesariamente, vivir lejos de ella).
Pero el remedio puede ser peor que la enfermedad, como comprobé una tarde de 2003 cuando le tomé una foto a la Plaza de Mayo y un guía turístico se acercó para ofrecerme sus servicios. Pocas veces me sentí tan mal en mi vida y a punto estuve de insultarlo por confundirme con un "agente foráneo".
Otro elemento extraño es que mi mujer, al no ser de aquí, me pide sin éxito que la lleve a los rincones más interesantes de la ciudad. Yo le explico que es muy difícil para mí mostrarle mi lugar de origen desde la perspectiva de una agencia de turismo.
El argumento mucho no la convence y no oculta su fastidio cuando le muestro por quinta vez la puerta de mi escuela primaria, mi colegio secundario, la oficina donde me gané mis primeros pesos como "pibe de los mandados" y el tétrico edificio donde me gradué de licenciado en Ciencias de la Comunicación.
Ella no disimula su enojo conmigo y yo no escondo mi desconsuelo con mi ciudad. Así convivimos "los tres" como si formáramos un triángulo amoroso con letra y música de tango.
(La figura del triángulo amoroso no es muy creativa, pero guarda un poco de verdad: a veces, no es fácil vivir con alguien que no es de la ciudad de uno, como es difícil vivir en la ciudad de uno con alguien de otras latitudes).
Lo cierto es que los edificios de Buenos Aires que antes me cobijaban ahora me agobian, me despierto con los ruidos que en un tiempo me dormían, estoy perdido en las esquinas donde en el pasado me encontraba y no se me ocurren temas de conversación para poder hablar con mi viejo amor.
¿Será que las ciudades son como aquellas novias abandonadas?
Aunque pasa el tiempo, nunca perdonan a los que un día empacaron sus cosas y se fueron sin decir adiós.
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Te felicito por el articulo.
lo dicho es muy real, soy bogotano abandone la ciudad hace mas de 17 años, hoy vuelvo a visitarla y parece otra, mis amigos y conocidos no estan, mis sitios preferidos(teatros,cinemas) hoy son centros comerciales que aburren o grandes parqueaderos de vehiculos que afean cualquier recuerdo grato.
pero a mejorado en algunas cosas hoy la ciudad es mas amable para los peatones,mas espacio publico,se ve menos pobreza, parece que todo mejora.
pero la verda añoro esa ciudad mas tranquila, mas humana en la que creci,en mi barrio de las lomas cercano al centro y alejado del norte de la ciudad.
Mi universidad nacional de Colombia con su eterna tranquilidad,parece ser el unico reducto de recuerdos que parece intacto, todo cambia pero existen en recuerdos de mucha gente,en mis recuerdos
chao
¡Qué celos!
Pero de por sí, cuando uno se va y vuelve a su ciudad natal después de varios años rondando por el mundo, como que ella se te hace la indiferente y tú tratas de buscar aquellos rincones memorables, aquellas calles en donde tú compartias con tus amigos.... Te preguntas si a veces lo bueno, lo de antaño se ha perdido o no.
Hola Matias!
Es un poco difícil eso de irse a otra ciudad, en especial al principio, pues uno tiende a pensar (y a decir) que es de tal o cual ciudad, y aunque pase el tiempo uno se siente como un ciudadano de ella, y no es sino hasta que la visita de nuevo cuando uno comprende que ese lugar tiene su propia dinámica y que uno ya no pertenece a ella... aunque los lazos sentimentales son fuertes.
saludos.
Soy de Buenos Aires. Fui a vivir fuera dos veces, por años. Tuve la desgracia de retornar.
No me siento ni de aquí, ni de allá. Creo que cada uno de nosotros tenemos "nuestro lugar en el mundo"; ese que se siente en el alma y este, no es el mío...
Amigos, parientes, compañeros, todo puede continuar, quizás de otra forma, pero no se pierde, se transforma.
Los edificios me agobian también; la gente, el tránsito, la multitud, la locura generalizada que es Buenos Aires, son agobiantes; recuerdo aquella ciudad en la que nací, pero que quedó en el tiempo y ya no existe.
Ahora sigo en la búsqueda de ese, "mi lugar" y espero encontrarlo.
querido Matías:
Mi nombre es Stella, y soy lectora habitual de ˿ Mundo. Hace seis años que vivo en España, y tres en Bilbao, y debo decirte que me siento muy identificada con lo que escribes.
A veces me da rabia no seguir tan de cerca las noticias, la lectura de los periódicos, escuchar radio y música de Buenos Aires, y sentir poco a poco que la distancia crece. Cuando ni me acuerdo de lo vivido, porque ya mi vida está "enraizada" en mi nueva ciudad, que es la de mi hija y mi marido, la nostalgia me acaricia, y me hace recordar por alguna asociación, algo de allá. Un sabor, un olor, un contraste, es lo que me trae la memoria a mi presente, a veces también un poco vertiginoso.
Creo que tenemos que "cultivar" esos recuerdos, vivencias, afectos que tenemos con nosotros, y volver toda vez que podamos (en mi lamentablemente no es tan fácil), y tener ese tesoro con nosotros, porque es parte de la energía de nuestra vida.
Te mando un fuerte abrazo, y ojalá muchos escriban compartiendo experiencias.
Stella
Me sentí identificado con el blogger, pues yo me mudé de mi ciudad natal (Barquisimeto, Venezuela) hace 10 años, y tengo oportunidad de visitarla unas 4 o 5 veces al año. Practicamente me siento como un turista, ya que salvo a mi familia casi no tengo contacto con nadie de alla, y en cuanto a los lugares nuevos, cada vez hay mas.
Yo salí de mi ciudad hace muchos años, algunas vezes regresé y en todas ellas me sentí muy extraño, osea los recuerdos de mi infancia se mantubieron frescos en mi memória, los amigos y la ciudad cambiaron mucho, los lugares donde jugaba, estan ahora todos acupados, la ciudad perdió la inocencia que tenia, ahora tenemos que andar con cuidado, pues hay los asaltantes que antes no lo habian, de chico nunca escuché sobre crímenes con muertes, ahora son diarios.
Yo soy boliviano, y mi ciudad es La Paz
LO QUE PASA; ES QUE UNO SE HACE BIEJO, Y LOS MEJORES RECUERDOS SON LOS DE LA JUBENTUD UNO SIEMPRE ANORA EL LUGAR DONDE VIVIO SU JUVENTUD; AUNQUE UNO FUERA POBRE O HUBIERA OTROS PROBLEMAS HASTA LOS 30 ANOS UNO ES FELIZ, SIN OBLIGACIONES, SIN PREOCUPACIONES NI OTROS PROBLEMAS DE LOS ADULTOS.
DESPUES DE LOS 30 AUNQUE UNO ESTE CASADO CON HIJOS Y SEA "FELIZ" TODO ES RUTINA Y OBLIGACIONES. ES CUANDO UNO COMIENZA A ANORAR LOS TIEMPOS DE LA ESCUELA CUANDO EN PANDILLA SE DIVERTIA SIN PEDIR PERMISO, SE ACOSTABA Y LEVANTABA A LA HORA QUE FUERA. ENTONCES UNO REGRESA A DONDE VIVIO TODO ESO, PERO YA NADA ES IGUAL, ENTONCES UNO PIENZA QUE LA CIUDAD CAMBIO, Y EN REALIDAD SOLAMENTE FUERON LOS ANOS.
Bueno Matias ahi va para tu Señora: Plaza Dorrego y toda la calle Defensa desde San Juan hasta Independencia. Puerto Madero Este caminenla bordeando el río. La Costanera Sur, la Feria de Mataderos, la calle Parera en Recoleta y aprovecha para caminar pr Alvear y Quintana hasta la Iglesia del Pilar. La Plaza de Mayo y hacete Diagonal Norte hasta Florida y de ahi a Plaza San Martin. Ella no se va a olvidar mas querido amigo.
Hola
Aceptemos que todo cambia, nada es estatico, lo unico que permanece y une es el amor que podamos sentir, aun cuando creamos que se desvanece y desaparece, no, se mueve, toca otras almas y permanece para siempre. caminemos de un lugar a otro, donde la vida nos lleve, pero que siempre nos acompañe el amor.
Es la primera vez que sali hace casi 3 anos de MI PAIS PERU y ahora poco de un mes regreso a visitar a mis seres queridos ,la oportunidad que tendre es la de ver gracias a DIOS nuevamente mi ciudad natal LIMA ,aunque con el movimiento y los cambios que hayan .Nunca podre olvidar mi ciudad natal ,los amigos y la gente que es muy carinosa .Solo se que el dia que llegue a lima tendre sensaciones encontradas por todo lo que me dio MI QUERIDO PAIS y la oportunidad de viajar a JAPON a conocer todo un cambio como pais desarrollado,culturalmente es en todo aspecto diferente .Solo decir GRACIAS por la experiencia que estoy viviendo dia a dia .Gracias a DIOS todo me va bien aca solo deseo que MI PAIS prospere y salga adelante. Y que mucha gente como yo nunca olvide el lugar donde nacio ,es una alegria grande saber que pronto volvere a mi pais del cual estoy muy agradecida de ser del PERU senores .GRACIAS y VIVA EL PERU .
Yo hace 5 anios que deje Buenos Aires, vivo en Israel y hasta ahora no volvi a Buenos Aires. Me siento Argentina y mis amigos aqui, son Argentinos. La nota que lei me llego muy profundamente, ademas me impacto la foto de la calesita, que me parece que es la de la Plaza Almagro en la calle Sarmiento y Bulnes, mi barrio.
Los seres humanos somos seres de cambio. Cambiamos de lugar de vida, cambiamos de personalidad, la ropa que vestimos...
Y esa novia abandonada también cambió, ya no necesita al novio que se fue.
Los que se quedan también se quejan de ver crecer el pueblo, la ciudad, sin saber nada más del mundo. Como en una burbuja.
Es de humanos estar inconforme y en problemas.
Saludos y suerte con tu viaje :-)
Reviví con tu historia mi regreso a la ciudad donde nací, Barquisimeto, de donde estuve alejada 16 años. Viví en Caracas la mayor parte de mi vida productiva, y allá quedaron mis mejores amigos y recuerdos de mi época universitaria y profesional. Luego regresé, y aun hoy, a dos años de mi retorno, me siento ajena casi todo el tiempo. Claro, en mi caso, con la mudanza revolví toda mi vida, dejé mi carrera, me casé y tuve un bebé, entonces ha sido como comenzar de nuevo, incluso con otra vida, redescubriendo mi infancia y esas referencia desdibujadas.
Yo estoy super contenta porque estoy planeando mi viaje de regreso a mi pais este verano. Tengo mas de 5 a~os que no voy y mas de 15 de haberlo dejado. Ya todas mis amistades estan casadas, algunas con hijos que ni conozco. Este sera un viaje de preparacion para que el proximo sea el definitivo. Esto por supuesto le parece una locura a todas mis amistades y familiares que se quieren venir a EE.UU. Pero lo que no saben es que estar fuera de su pais por tanto tiempo es peor que la inseguridad, la falta de empleo y todos los otros problemas de Latinoamerica.
Que cierto es todo lo que dice Matías y que triste es a la vez¡. Me crié y me eduqué en la ciudad de Mérida, en Venezuela, luego tuve que ir a Caracas donde culminé mis estudios y allí me gradué, me casé, tuve una familia y casi, casi, me retiré. Hoy día llegando a los setenta años me dedico a la siembra y producción de árboles nativos. Siempre quise volver a mi ciudad y me decía que allí debería dejar mis restos junto con los restos de toda la familia, pero con el paso de los años y los compromisos que se asumen es muy difícil retornar. En el transcurso de todos estos años he regresado a visitar a mis parientes y a sentarme a mirar la Sierra Nevada de Mérida. a recordar mis tiempos de colegial, los partidos de fútbol y tantas otras cosas que llevamos presente en el recuerdo. Pero poco a poco nos vamos alejando y también nos van alejando las circunstancias y los hechos. Al principio quería retornar a mi ciudad. Pero luego, en algunos de los viajes, me daba cuenta que cada vez menos estaban los amigos y las cosas que añoramos. Uno piensa que se retorna y se consigue con las mismas cosas, pero la verdad, todo cambia. El avance y el progreso entierran recuerdos y a todas aquellas cosas que quisieramos volver a tener. Hay mucha gente nueva y casi nadie se acuerda de uno. Como cada vez que iba encontraba una ciudad cambiada, poco a poco me fuí haciendo a la idea de ya no regresar a Mérida y entonces pensaba irme a vivir a un pueblo cercano a Mérida. Pero al final, todo se vuelve lo mismo. A veces no nos damos cuenta que hemos crecido y queremos volver a ver lo que ya no existe.
Queridisimo Matias: Se podra decir de tu país, mi país, cambió en lo que concierne a la forma edilicia. Pero los olores, las callesitas de Buenos Aires, como dice el Tango tienen ese no se que. Pero no se compara con nada en el mundo, el poder vivir sin trabajar. El único país en el mundo que para cada solución tiene un problema es la Republica Argentina. Un beso a la familia de tu compatriota Matilde.
Volver, con la frente marchita.......la emoción de encontrarse con lo tuyo, como si fuera la novia que creíamos no estaba esperando, y solo tu familia estaba en Ezeiza..Las calles cambiaron de nombre, los amigos se mudaron o hicieron nuevos amigos, ya nadie te mira al pasar, eres un desconocido en una ciudad del recuerdo. Hace tiempo escribí que cuando llamé a un amigo de una gran amistad, me respondieron que "el señor está durmiendo la siesta". Nunca contestó mil lamada. Cuál es mi ciudad? cuál mi país?. Hace 50 años partí por solo 15 días o algo mas, y mi corazón se reparte entre mi tierra que me vió nacer y la que me recibió sin preguntarme de donde vienes, ni quién eres. Nací en un pueblito de Entre Ríos, llamado Líbaros que solo tenía 220 habitantes. Existirá? En C. del Uruguay el histórico Colegio sigue en pié, pero no me emocionó al pasar a su lado. El tiempo lo transformó. Ahora es de otros. En Buenos Aires, la Universidad me permitió estudiar y graduarme. Solo quedó el recuerdo de lo que un día fué. La vida es un tren que no se detiene ni regresa. Las novias no esperan. Las ciudades se transforman, también nosotros. Porqué debemos pretender que nos recuerden cuando regresamos si nosotros mismos no somos capaces de recordan si Rodriguez Peña está antes o despues de Callao. Ella sigue estando antes y después. Por eso, cuando me acerco,"adivino el parpadeo de las luces"... que estremecen mi corazón. Aceptemos la realidad, nosotros nos fuimos, nos tranformamos, somos otros. Saludos desde Caracas, Venezuela.-
Puede ser que santiago y humberto tengan razon, que despues de varios a~os fuera uno no es ni de aqui ni de alla. yo misma en varias ocasiones he dicho lo mismo. pero ahora que de hecho ya hice las reservaciones para regresar a venezuela creo que no hay nada para devolverle a uno la perspectiva como regresar al lugar en que nacio o se crio.
De mi etapa de niño uno de los momentos mas hilarantes que recuerdo es pasar por delante de algun edificio y ver a mi papa intentando decir: miren aqui estudie yo, o aqui vivi un tiempo o algun tipo de recuerdo por estilo. Mi madre invariablemente asumia su papel y decia: fulano, cuantas veces nos vas a hacer el mismo cuento. Han pasado los años y ahora soy yo el que al pasar por algun lugar que me trae recuerdos de mi infancia le he dicho a mi novia: a este lugar venia mucho cuando niño. Y la historia se repite y recibo la misma mirada y el mismo comentario molesto: esta es la novena vez que me lo dices. Ya me lo se de memoria!!!
Y ahora me encuentro Matias que a ti te sucede lo mismo. Sera un problema genetico de nosotros los hombres? sera nuestro ego que nos hace asumir nuestros recuerdos como eventos tracendentales? a las mujeres les pasara lo mismo?
un fuerte abrazo desde la habana
Estoy combinando este blog con el del lunfardo. Naci y vivi mis primeros 23 años en la ciudad de mexico.ahora tengo 37 años en monterrey (cerca de EE UU). y si bien es cierto que no he cambiado mucho en mi forma de hablar, mis familiares me dicen que hablo como "norteño".Coincido también con santiago y humberto: no soy de aqui ni soy de allá. Acostumbro ir una vez al año a ver a mi familia y lo que mas me gusta es caminar por las calles del barrio en donde me crié, tratando de usar algunas palabras del "caló" de mi infancia. En una ocasion pedi a los actuales inquilinos me permitieran entrar a la casa en donde vivi. No exagero si comento que se me hizo un nudo en la garganta. Esto fué despues de 30 años de no estar ahi. he pensado que, al jubilarme, me gustaria regresar a vivir alli mismo. Saludos Matias
Excelente.
Es lo que siento cuando vuelvo a mi ciudad (me fui hace 30! años).
muy expresiva tu descripción, coincido contigo, tanto, y no quiero ser petulante, como si la hubiera escrito yo.
Lo que describís es muy bueno. Acabo de llegar de vacaciones de Buenos Aires y a pesar que trato de vestirme lo mas 'local' posible, con la excusa de evitar ser percibido de extranjero por los chorros, no dejo de actuar como si nunca me hubiese ido. Si bien soy consciente de ello, hacerlo me hace sentir bien. La calesita mas que la de Sarmiento y Bulnes me parece ser la de la Plaza Emilio Mitre en Pacheco de Melo y Larrea y yo tambien me siento incómodo cuando veo cambios en dirreciones de calles o del color de los colectivos. Mi mayor sorpresa este ano fue ver la líñea 41 cambiar de celeste a amarillo, suena a pavada pero para mi no lo es. Y aunque mi mujer sea argentina pero no porteña le parece igual de difícil entender ese cariño por el barrio donde nací. Si bien vivir en Nueva York por 14 años me hizo cambiar mucho, no creo haber perdido ese poder de seguir percibiendo esos cambios sin olvidar las cosas que quedan que remontan a mis viejas épocas en Buenos Aires.
Querido Matias: Mi hermana, que hace tiempo que es tu fan, me recomendó tu blog...jaja
Tal vez para que veas este mensaje tendria que escribirtelo en un post un poco más actual, pero este me emocionó de manera particular.
El 16 de Agosto hago mi primera visita a Buenos Aires como "turista", después de un año de vida en Barcelona. Tengo una mezcla de anciedad y pánico. Como estará la plaza Vicente Lopez?
Besos
Flor